NOVELA TAURINA SOLIDARIA

“UN BOTIJO ENTRE TOALLAS”

DEL ASOCIADO DE ANPTE, JOSÉ LUIS BARRACHINA SUSARTE

José Luis Barrachina Susarte, socio de ANPTE que desempeña sus labores en el Palco de la Plaza de Toros de Alicante, ha publicado la novela, “Un botijo entre toallas”, cuyo fin será completamente altruista a favor del fomento del mundo de los toros.

Portada del libro

   Y es que con los beneficios que se obtengan de su comercialización, el autor los destinará íntegramente a la creación de una beca para novilleros. La primera beca será para el novillero Raúl Bravo, novillero de Villena que debuta con picadores el 19 de Junio en la Feria de Hogueras de San Juan de Alicante.

   El precio de adquisición de la novela, portes incluidos a la península, son 15 euros y puede solicitarse directamente al autor en el email oficina@susarte.net

   “Un botijo entre toallas” es una novela surrealista y sin vergüenza que se desarrolla a finales de 2016 (año bisiesto). En España las revueltas populares han desencadenado la guerra civil y Miguel Campos es un torero de renombre que está a punto de ser fusilado por participar en la rebelión. Esta guerra civil es una contienda que tendrá lugar dentro de dos años entre el pueblo llano y los poderes corruptos del Estado. Siendo una novela corta las descripciones también lo son, discurren por debajo de la realidad y suspende algunos pasajes en el aire para que el lector pueda prolongar cada pensamiento y hacer sus propias cábalas. Media novela escrita y la otra media dejada al libre albedrío del lector cuando aparecen unos espacios preciosos para la reflexión y también para el desconcierto, con el objetivo de encontrar una comunicación entre el autor y el espectador.

   Sin alcanzar la categoría de palíndromo, “Un botijo entre toallas” indistintamente puede leerse comenzando por el principio o por el final. Al menos, la indiferencia parece imposible ante esta novela.

   A punto de ser fusilado, el fiel mozo de espadas –Mario Cortés- relata algunos pasajes de la vida del maestro, así como suyos propios, y le asiste hasta el último momento e incluso roba el cadáver para que le puedan hacer un entierro por todo lo alto. Siempre con el botijo y la toalla a mano, para que el torero pueda asearse y refrescarse como cuando lo hacía al borde de la barrera durante las tardes de toros.

   Así hasta en el piquete de ejecución.